En 1923 Tandil cumplía su primer centenario y la colectividad española lo celebró regalándole esta joya arquitectónica que hoy engalana la cima del Parque Independencia, a 286 metros de altura. Parece estar trepando el cerro, y es posible descubrir desde diversos puntos de la ciudad sus blancos muros y características formas del estilo morisco, que se realzan sobre el marco de grises y verdes, en delicada armonía.
Este parque es llamado el Mirador de la ciudad. Es sin duda un paseo con encanto a toda hora: la fresca brisa de las mañanas serranas se disfruta plenamente en la altura, y en una tarde soleada se aprecian los colores y formas de la ciudad y los cerros que la rodean por el oeste. Vale la pena esperar el atardecer, que pinta a su antojo una puesta de sol única cada día. La vista nocturna, simplemente no tiene comparación.